Templo Oración

En el Templo de Oración, Luz, Paz y Energía, los hermanos de la Orden del Temple oran para ayudar a todo aquel que lo solicite ante cualquier situación personal y/o colectiva.

Donaciones

Como Organización sin ánimo de lucro y de base religiosa, aceptamos donaciones que puedan hacer que nuestra labor continúe diariamente al servicio del Cristo.
(En muchos países este tipo de donaciones tienen deducciones fiscales).

Información Usuario

IP Address
3.235.139.122
United States United States
Explorador
Unknown Unknown
Sistema Operativo
Unknown Unknown

Su Hora

Música

module by Inspiration
Castillos. Defensa Pasiva I.
Publicaciones Orden del Temple - Castillos
Escrito por Amo del Castillo   
Miércoles, 19 de Noviembre de 2008 00:00

 

Debemos entender como elementos de defensa pasiva aquellos que servían para proteger de agresiones las zonas más vulnerables de una fortificación, tales como puertas, murallas, etc. La defensa activa estaría pues encomendadas a las armas usadas para repeler dichos ataques.

Los alarifes que diseñaban estos edificios no se limitaban a construir murallas más o menos gruesas, sino que, además de buscar el emplazamiento más adecuado, adoptaban medidas para prevenir los ataques que, con seguridad, tendrían lugar tarde o temprano. Algunos de estos elementos eran propios de los constructores andalusíes. Otros, de castellanos o aragoneses, independientemente de que tanto unos como otros adoptasen métodos de sus enemigos al comprobar su eficacia.

Comenzaremos por el más característico de todos: Las torres.

La torre o cubo es quizás el elemento defensivo más antiguo que se conoce. Desde las primeras fortificaciones de las que se tienen noticia ya se las dotaba de las mismas. Pero, ¿qué objeto tenían? Pues muy fácil. Atacar de flanco a posible agresores. Mientras que ellos intentaban lanzar escalas contra una muralla, o batirla con arietes, los defensores podían, desde sus torres situadas a mayor altura, hostigarlos con diversos medios, desde virotes de ballesta, pellas, bolaños, vinagre hirviendo, etc.
 

 

En el gráfico superior podemos hacernos una idea clara de la cuestión. Un ariete, en color rojo, es adosado a una cortina situada entre dos torres de flanqueo. Desde ellas, como se ve, se puede atacar desde ambos lados tanto a la máquina como a los que la manejaban. Las rayas azules muestran el ángulo de tiro de que disponían los defensores situados en los cubos.

Pero, además de las torres de flanqueo convencionales, en algunas fortificaciones disponían de otro tipo de cubo más eficaz: La torre albarrana. Albarrana es un término de origen árabe: Al-barräna, que significaba "la de fuera", en referencia a que estaban separadas de la muralla, aunque unidas a la misma mediante un puente que, en algunos casos, era levadizo a fin de aislarla en caso de que el enemigo se hiciese con el control de la misma, e impedirles así llegar al adarve.

 

 

En éste croquis se ve claramente cual era el objeto de las albarranas: Atacar al enemigo por la espalda. Obviamente, éste tipo de cubo era de una eficacia abrumadora. Atacar una muralla defendida por una torre así suponía a los agresores, no sólo tener que hacer frente a los defensores situados en el adarve de la muralla, sino a los que, desde la albarrana y la otra torre de flanqueo, los hostigaban por los costados y por la zaga. En la imagen inferior tenemos un ejemplo típico de albarrana, en éste caso separada de la muralla por una coracha partida por un puente levadizo.

 

 

Pero las torres no sólo defendían murallas. Las puertas también solían ser defendidas por ellas, al ser el punto más vulnerable del edificio. En algunos casos, como vemos en la foto inferior, se encontraban literalmente empotradas entre dos cubos, lo que, además, dificultaba enormemente el adosar arietes para derribarlas por el angosto espacio disponible entre ambas torres.

 


Sirva ésta breve reseña para que el lector pueda hacerse una idea aproximada del como y por qué de las torres. Obviamente, es un tema muchísimo más amplio, sobre el que se podría escribir largo y tendido, pero no es éste blog el sitio más adecuado para ello. La intención es sólo introducir al lector en el apasionante mundo de la castellología, casi desconocido para la mayoría.

Añadir sólo que los cubos de planta cuadrángular, tuvieron su final con la aparición de las armas de fuego. La pirobalística dejó obsoletas las airosas torres que, desde siglos y siglos atrás, sirvieron para defender los castillos. Esto supuso la proliferación de un nuevo tipo de torre, ésta de planta circular o semicircular, más adecuada para repeler los pesados bolaños disparados por las bombardas que hicieron su aparición a finales del siglo XV.

 

Copy Right. Todos los derechos Reservados. Orden del Temple 2008.

 
USER MENU