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El camino iniciático de Santiago. (Segunda Parte) (III)
Publicaciones Orden del Temple - Peregrinaciones. El Camino de Santiago
Escrito por María de Aquitania   
Lunes, 05 de Septiembre de 2011 00:00

El Crismón, aparece en el Camino de Santiago con tal profusión y nitidez, que podría pensarse que lo simboliza incluso mejor que la clásica concha. Elaborado por los constructores pirenaicos, bien pudiera ser una marca de fraternidad, por la que se sintieron unidos todos los Hijos del Maestro Jacques que trabajaron en distintos grupos, dejando cada uno sus marcas de cantero, a lo largo de la Ruta, señalando con esta firma el sentido Iniciático que para ellos tenía.

Mas volvamos al Crismón de la Catedral de Jaca. Éste aparece rodeado de dos leones simétricos, y el del lado Alfa, tiene bajo sus patas un hombre arrodillado, que a su vez agarra una serpiente. Sobre él puede leerse: “El león se apiada del que se  postrema a sus pies y Cristo del que lo invoca”. En el lado Omega, aparece bajo el león un oso y un basilisco. Se lee: “El poderoso león, aplasta al imperio de la muerte”.

Existen dos inscripciones más. Sobre el anillo del Crismón se lee: “Lector, en esta escultura reconocerás lo que sigue: Designa al Padre, al Hijo y a la doble (letra), el Espíritu Santo. Los tres son en verdad un único y mismo Señor”. En el bajo del tímpano: “Si quieres vivir, tú, que estás obligado a la ley de la muerte, ven aquí suplicando, renunciando a los alimentos envenenados. Purifica tu corazón de sus vicios, para no morir de una segunda muerte”.

Una segunda muerte y ¿una segunda resurrección en la vida del Conocimiento?. El autor llama duplex a la W (Omega), coincidente con las dos palabras con que se nombra al Espíritu Santo. Todo parece indicar, que el Maestro de Jaca, sabía más de lo que expresa. ¿Por qué no hablar de la S?. O que las inscripciones fueron añadidas para contentar al Cabido. Entre los tallos vegetales que representan los ejes del Crismón, se intercalan ocho margaritas, de diez pétalos cada una, menos la P que tiene once, designación oriental de las formas eucarísticas.

El Crismón de Jaca, de factura  fina y minuciosa, con figuras dotadas de un sereno movimiento no parece aventurado atribuirlo al primer Maestro de Jaca, autor al mismo tiempo de los capiteles y las metotas más antiguos de la Catedral, y que fue quien la concibió con su planta basilical con algunas innovaciones que Jaca aportaría al Románico.

Este Crismón, imagen de la Trinidad según la inscripción, y del Sol de justicia, ya que inscritas en el círculo, las rosas alternan con ocho brazos. No es exactamente el Crismón oriental, que sólo tiene seis ramas de X y P y se ha añadido la horizontal alianza de cruz recta y tumbada, determinando el Sol, la rosa de los vientos y el 8 de la vida futura.

Planta de la Catedral de Jaca

Los leones, en principio, indican  interdicción, especialmente en una puerta y ello desde Micenas, al tiempo que protección. Por su disimetría, implican un sentido de juicio y encuadran el Sol de justicia. Los leones dobles, símbolo de Cristo: “Bueno para los buenos y terrible para los malos”, según San Jerónimo.

El Crismón de Jaca reúne tres símbolos de la fuerza oculta de los símbolos, de los misterios: León, círculo solar y serpiente. La serpiente expresa:

Ø La fuerza vital proveniente de las grandes profundidades, el spiritus mundi, el principio activo de la tierra: La serpiente, es la soberana del subsuelo.

Ø La inteligencia, la fuerza, la prudencia, el Conocimiento, el Iniciado.

Ø En entrelazado: El nudo vital, dinamismo, pero si hay cruces, inmovilización en espera de juicio.

Ø En forma de espiral, representa lo relativo. En forma de círculo, lo absoluto.

Ø La serpiente o el dragón que traga el león: La carne que es perecedera.

Por lo tanto si la serpiente domina el subsuelo, lo oculto, lo esotérico, pero fuerza (telúrica), el león domina el suelo, no cierra los ojos (eternidad) y el águila le corresponde, con añadido ascensional, en el aire y la luz (puede mirar el Sol), éste queda referido a la Iniciación trascendental.

Así podemos apreciar, hasta que punto resulta catastrófico para la serpiente, el capítulo relativo al Génesis, en que el Iniciador, que promete la Ciencia del Bien y del Mal, recibe la maldición Divina y queda como símbolo del pecado. Pocas veces la ambigüedad del símbolo románico, ha reflejado con mayor grandeza la dimensión del hombre que asume su dimensión y responsabilidad, siente por fin en el esfuerzo, el dolor y la muerte, la Ciencia del Bien y del Mal, contesta positivamente a esta llamada de Prometeo con rabo que, consciente de que va a otra condenación, le despierta de su letargo paradisíaco. El peregrino ha dejado voluntariamente su quietud y comodidad, para afrontar la vida dura, esperando encontrar lo que no halla en el Paraíso.

(continuará)

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