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La iniciación Crística: Una Religión Interior y un Humanismo Social. |
Publicaciones Orden de Sion - Reflexiones Espirituales | |||
Escrito por María de Aquitania | |||
Miércoles, 06 de Julio de 2011 00:00 | |||
Autor: M.C.L.
Adorar al Padre en Espíritu y en Verdad, ni en el Templo ni en la Sinagoga.
Mostrar los secretos a los Humildes y sencillos.
Orar al Padre en lo Secreto.
Alegrarse exteriormente cuando se ayuna.
Derribar del Trono a los Poderosos.
Hacer milagros aún más grandes que el propio Jesús cuando venga a nosotros el Espíritu,
Ser Dioses...
Estas son sólo algunas de las muchas cosas que Cristo anunció a los Apóstoles, unos anuncios que sólo parecen ser entendidos y convenientemente asimilados desde un plano Iniciático que va mucho más allá de las religiones exotéricas al uso.
El Espíritu de Dios sopla en el interior del ser Humano que se abre a lo Espiritual, no es fuera sino dentro del Hombre donde tiene lugar la Revelación de lo Sagrado, Cristo nos abrió las puertas de la Filiación Divina, y corresponde al Hombre y a la Mujer dar los siguientes pasos en su proceso de Cristificación.
Un Proceso de Cristificación posible gracias a la Naturaleza Humana del Hombre-Dios que inauguró la entrada en lo Divino de lo meramente humano. Y que no se concreta en el endiosamiento del hombre sino que increiblemente es Dios mismo quien decide a bajarse a lo Humano por Amor, desde entonces, sólo se crece hacia abajo, más humildad, más servicio.
El Dios único nos abre las puertas de la divinización convirtiéndonos en dioses(Evangelio de San Juan), en cuanto a que participemos de la Unidad Absoluta, no seremos dioses por ser más grandes y singulares, en la medida en que nos diferenciemos, , sino en la medida en que seamos todos expresión de lo mismo, parte del Uno, el único Dios, la pluralidad canta a la Unidad y es símbolo de ella, sólo para el profano la Multiplicidad y la Unidad se oponen, para el Iniciado se complementa. El aparente politeísmo de antiguas religiones Iniciáticas se resuelve en esta máxima: El mismo Dios es Uno y Trino a la vez.
Esa interioridad con lo Divino nos lleva al silencio y la práctica de una espiritualidad sin aspavientos ni oropeles, es en lo intimo y secreto en que tiene lugar la experiencia de Dios.
Un Dios que nos pide olvidarnos de Su Altar de Ofrendas para reconciliarnos con el hermano antes. Un Dios que nos salvará o condenará en la medida en que nos hagamos cargo del semejante, un Dios increiblemente Humano, que es fundador del Humanismo como ética social y relacional, una Religión Interior y un Humanismo Social.
Es uno de los mensajes de la Orden del Temple.
Non Nobis
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