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Peregrinaciones en América antes del descubrimiento (II)
Publicaciones Orden del Temple - Peregrinaciones. El Camino de Santiago
Escrito por María de Aquitania   
Viernes, 19 de Noviembre de 2010 00:00

Pozo de los Sacrificios Pozo de los Sacrificios

Otro núcleo cultural muy importante en la América precolombina, es el de los Mayas en el Yucatán, y las peregrinaciones tuvieron aquí un carácter más definido que entre los aztecas, porque no se trataba sólo de hacer viajes a lugares religiosos sino también para realizar ofrendas con fines propiciatorios o de expiación. Estas fiestas no tuvieron sacrificios humanos hasta que se vieron influenciados por el Imperio azteca.

La fiesta de Año Nuevo era la de más antigua tradición y se conmemoraba cada veinte años con la erección de un monolito en el que se hacían inscripciones jeroglíficas de datos astronómicos y cronológicos. Esos veinte años quedaban divididos en trece periodos o katunes colocados bajo la protección de trece deidades sucesivas, cada una de las cuales recibirían su fiesta al finalizar su katun respectivo.

La más famosa meta de peregrinación era sin duda el Pozo de los Sacrificios de Chichen Itza. Se trataba de una depresión en la roca caliza del Yucatán de unos cuarenta metros de profundidad y una anchura de unos sesenta metros con lados verticales, siendo imposible salir de él tanto por los metros de agua que solía tener sino por los que además había desde el agua hasta el nivel del suelo. El sacrificio consistía en arrojar hombres o mujeres al pozo para remediar estados de sequía u otras calamidades. Así como problemas personales, y tras la visita al templo dedicado a Kukulcan, anejo al pozo, arrojaban al agua objetos de oro y plata y distintos adornos personales. Cuando se trataba de ofrendas humanas, arrojaban a las víctimas bien vestidas y adornadas, las cuales casi siempre morían ahogadas. Estas víctimas, casi siempre mujeres esclavas se las echaba al agua por la mañana, para servir de pronóstico a sus amos, se solía volver al medio día a ver si habían muerto y en caso de estar aún vivas, se les arrojaba una cuerda para sacarlas, porque se suponía que había estado protegida por el dios, y era entonces capaz de responder a las preguntas sobre el futuro de su amo o del éxito de las próximas cosechas.

(continuará)

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