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El Mundo Musulmán. Peregrinaciones a la Meca (I)
Publicaciones Orden del Temple - Peregrinaciones. El Camino de Santiago
Escrito por María de Aquitania   
Jueves, 19 de Agosto de 2010 00:00

 

En el mundo musulmán, cuando se oye la voz del almuédano en su llamada a la oración desde el almiar de la mezquita, todo se detiene para unirse a ella. La oración que todo buen creyente realiza cinco veces al día es una de las prescripciones más importantes, así como las abluciones, la limosna y el ayuno en el mes del Ramadán. Pero la peregrinación a la Meca, tiene además de cumplimiento religioso, el valor de que un peregrino queda limpio de sus pecados y en tal estado de pureza como el día de su nacimiento, si ha realizado la peregrinación con fe y ha cumplido con las normas dictadas al respecto, de caridad, rito y ofrenda.

Antes de Mahoma, ya existía en las tribus árabes, la costumbre de peregrinar a la Meca para realizar ritos ancestrales en el recinto sagrado de la Caaba, santuario que la tradición musulmana atribuye haber sido construido por Abraham o Ibrahim, el patriarca judío que la religión mahometana adoptó como uno de sus Profetas, entre los cuales citan a Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma. Éstos son los más importantes por ser los únicos que recibieron la revelación plasmada en los libros sagrados, pues los demás apóstoles, profetas o santos, sólo fueron continuadores del mensaje. He aquí el fundamento de la antigua tolerancia mahometana con judíos y cristianos, a los que consideraron poseedores de sus libros sagrados y de parte de la verdad, que sólo fue completada estrictamente, según las revelaciones del último Profeta, Mahoma, por intervención del arcángel Gabriel, como mediador entre el Dios único Allah y su enviado Mahoma, cuyas revelaciones han sido conservadas de memoria y compiladas en el Corán, el libro sagrado del Islamismo, en tiempos del Califa Abubequer con ayuda del compilador Zaid ben Taid.

Cuenta la leyenda, que cuando Abraham hubo terminado el templo de la Caaba, lo confió al cuidado de su hijo Ismael. El edificio es un cubo casi geométrico, de granito azulenco, que mide en la base doce metros por diez y otros doce de alto. En su interior había antes del tiempo de Mahoma, numerosos ídolos que fueron sustituidos al triunfar el monoteísmo, por ricos tapices con inscripciones coránicas.

En los tiempos politeístas, los peregrinos debían dar siete vueltas alrededor de la Caaba completamente desnudos, pero desde los tiempos mahometanos, este ritual se hace cubierto con un vestido formado de dos piezas de algodón, que deja al descubierto brazos, piernas y la parte superior del tórax.

Todas las tradiciones provenientes de estos tiempos, fueron conservadas a partir del monoteísmo de Mahoma, que desvirtúa la idea fetichista y convierte a la Caaba en Casa de Dios, levantada por Abraham en el lugar en que los ángeles tuvieron el Tabernáculo según la interpretación mahometana.

 

(continuará)

 

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