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Peregrinaciones Medievales (III). Historia XI
Publicaciones Orden del Temple - Peregrinaciones. El Camino de Santiago
Escrito por María de Aquitania   
Sábado, 29 de Mayo de 2010 00:00

 

 

El creciente interés que tuvieron las peregrinaciones durante toda la Edad Media, sirvió así mismo para el intercambio cultural entre las naciones y favorecieron las rutas comerciales, por lo que fue un intercambio del pensamiento europeo. Sirva como ejemplo, que la ruta de entrada en España a los trovadores provenzales, propicia a los peregrinos franceses, alemanes e ingleses, a que se impresionen ante las manifestaciones de un arte donde se mezcla la tradición visigoda con lo hispanoárabe o muzárabe, en una bella orfebrería distinta a la europeas.. Son los tesoros “sarracenos” a que aluden las guías francesas de peregrinos del siglo XII, como los tesoros de Oviedo, Astorga y Compostela; o los maravillosos manuscritos y marfiles, que a veces cruzan los Pirineos de retorno como recuerdo que portan los peregrinos. Ello se manifiesta en cada ruta de peregrinos, desde Paris a Compostela, a través de la arquitectura, tallas, vidrieras, medallas y ornamentación de las numerosísimas basílicas y hospederías que jalonan la ruta jacobea.

La ruta de Constantinopla, que es más segura hacia Palestina que la marítima, crea una comunidad espiritual, que trae a Occidente aromas de la ortodoxia griega y lleva al otro confín el ascetismo hispano. Más en las rutas de peregrinos, no todo es fe, espíritu de hermandad e intercambio cultural ya que esa cantidad de personas en los caminos, atraían a gran cantidad de ladrones, tahúres, prostitutas, bandidos armados y vendedores de falsas reliquias, que acechaban a los peregrinos ricos, ya que algunos no iban en plan humilde confundidos entre los demás, sino que llevaban criados, mulos llenos de equipajes valiosos y llevaban servidores armados. Precisamente a éstos, es a quienes de unían los pobres para ir más seguros por los caminos. También había ricos, que al hacérseles la ruta muy penosa, pagaban a otro para que la hiciera en su nombre dándoles una sustanciosa paga.

Así que las rutas, no todo eran pies descalzos, hambre y oración, sino que también circulaba el dinero con suficiente profusión como para atraer aventureros y salteadores. Eso sin contar, con las incursiones musulmanas, por lo que se comprende la buena acogida que se da a las Órdenes Militares de Caballería, para que velaran por las rutas de Tierra Santa y Compostela.

Los peregrinos, son un elemento de la sociedad medieval y su estampa viajera, que producen un impacto en caminos y ciudades. Todos los hombres de la Edad Media, al referirse a las costumbres de su época, siempre aluden a los peregrinos, aunque sus obras no tengan que ver directamente con ellos. Hasta Dante, que está en Roma en una misión diplomática, recuerda en su “Vita Nuova”, dedicada a sus amores con Beatriz, el paso por las calles de los peregrinos, según él los vio, y evoca con ánimo conturbado por la muerte de su amada, aquella que él llama siempre la gentilísima señora, lo cual le produjo la necesidad de hacerles un soneto que dice:

 

“¡Oh peregrinos, que pensando vais

tal vez en cosa que no está presente!.

¿Es que venís de tan lejana gente,

como en vuestra actitud luego mostráis

pues no se os ve llorar cuando pasáis,

atravesando la ciudad doliente,

como aquel que no ve, ni oye ni siente

este triste dolor por donde andáis?.

Si os detuvierais para tal oír,

el corazón de los suspiros di

que llorando os veríamos marchar.

La ciudad ha perdido a Beatriz

y cuanto de ella puédese decir,

lleva en sí la virtud de hacer llorar”.

 

(continuará)

 

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