La Caballería no está en el caballo ni en las armas, sino en el Caballero. Nuestros hermanos de antaño, vivieron con estos valores, que crecieron como bellas flores en el jardín de su alma. Será para nosotros un reto y un deber que si se levantarán de la tumba se sintieran orgullosos, de que somos capaces en estos tiempos, de mantener vivos estos valores que conforman la columna vertebral de la Caballería de antes, de ahora y de todos los tiempos futuros.

Es cierto que todos estos valores crecen en el corazón de un Caballero Templario, porque ya los ha vivido en otras épocas de la historia, y todo su ser sabe vibrar con ellos sin dificultad, ya que forman parte de su esencia.

Es un regocijo el ver que el Cristo puso su mirada en nosotros, para darnos la oportunidad de formar parte de Su Milicia. Ahora como auténticos Caballeros nos toca cumplir con la misión de servicio a la humanidad, y que todo sea para la gloria de Dios.

Non Nobis.

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