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Arqueología Sagrada. El Éxodo I
Publicaciones Orden del Temple - Historia
Escrito por Lady Violante   

Pirámides de Giza

 


EL ÉXODO

Muchos de los restos encontrados en Canaan, corresponden a una civilización tan avanzada como sofisticada: La egipcia, cuya presencia es omnipresente. ¿Pueden estos objetos estar relacionados con una de las historias más sorprendentes del Antiguo Testamento, la que cuenta el conflicto entre Moisés y el Faraón?. ¿Qué puede decirnos sobre el antiguo Egipto?. La Biblia explica que los descendientes de los Patriarcas, fueron a vivir a Egipto donde se quedaron a vivir 430 años.

La historia de la liberación de la mano de Moisés y su viaje por el desierto, se explica en el segundo libro de la Biblia: El Éxodo. ¿Tuvo lugar ese Éxodo?. La larga estancia de los israelitas en Egipto, su esclavitud y posterior liberación y la Ley escrita por Moisés, representan el segundo libro de la Biblia, la cual cuenta que bajo la dirección de Moisés, un hombre excepcional, los hebreos volvieron a la tierra que se les prometió a sus ancestros.

La investigación empieza en Lausanna (Suiza), en la Biblioteca del Departamento de Teología. Thomas Romer, de la Facultad de Teología de la Universidad de Lausanna, gran estudioso y experto bíblico es quien tomará parte en el estudio de los textos. Para entender el papel que juega Egipto en la Biblia, tenemos que remontarnos a la llegada de los hijos de Jacob a ese país.

La presencia de Egipto en la Biblia hebrea es incuestionable y a menudo se presenta como tierra de acogida, ya que también fueron allí escapando a la hambruna de Canaan y así mismo Jacob y su hijo José más tarde. Fue tierra de asilo donde se refugiaban muchos políticos o gobernantes de la época. Egipto fue un referente para los autores de la Biblia, aunque en ella no se hable de sus dioses.

La historia de José en Egipto comienza al final del Génesis, el primer libro de la Biblia, al cual sus hermanos lo vendieron por envidia a una caravana de mercaderes que iba camino de Egipto, donde lo compró un oficial que después le introdujo en la corte del Faraón, donde llegó a convertirse en el Gran Visir. La Biblia cuenta la historia de su increíble destino. En el poderoso y centralizado Egipto, donde la propaganda real jugaba un papel capital, nada quedaba sin documentar. Se apuntaba todo lo que estaba relacionado con el funcionamiento administrativo del Imperio, desde acontecimientos señalados hasta el funcionamiento diario del Estado. ¿Esconden los jeroglíficos alguna pista sobre José o hablan al menos de la presencia de los israelitas en Egipto? Para responder a esa pregunta, los investigadores debían ir a Egipto.

Neil Asher Silberman, arqueólogo de grandísimo prestigio, va al país que los arqueólogos sueñan, una civilización milenaria con monumentos magníficamente conservados y en el corazón de El Cairo. Y una vez en la ciudad, es una visita obligada al historiador, en un edificio imperial situado bajo los auspicios de Champolion, el hombre que desentrañó los misterios de los jeroglíficos. Allí re reúne con Jean Pierre Corteggiani, eminente egiptólogo francés, (perteneciente al Instituto Francés de Arqueología Oriental).

Si miramos un mapa de Egipto, es evidente que no podría estar en otro lugar, incluso se comprueba el canal de Suez que hoy conocemos. La Biblia lo deja bien claro, cuenta la historia de la familia de Jacob que fue a Egipto huyendo de una hambruna. ¿Existen datos relevantes en las inscripciones egipcias que indiquen que la gente de Canaan emigró a Egipto durante una época de escasez?. Hubo gente que hizo carrera aquí, gente que tenía una posición de importancia, así que una historia como la de José, que acaba llegando a ser ministro del Faraón, es bastante creíble, aunque sería mejor no usar la palabra Faraón sino rey de Egipto ya que el término Faraón viene de la Biblia, ya que los egipcios nunca llamaron Faraones a sus reyes, salvo a finales del periodo. En todo caso, el séquito del rey incluía a semitas naturalizados que tomarían nombres egipcios y algunos hicieron brillantes carreras.

Algunas pinturas de la antigua necrópolis, muestran semitas venidos a Egipto probablemente por motivos comerciales, y muestran detalles de mujeres con vestidos que no son egipcios en absoluto, con unas estampados distintos. Sus casas son de lo más representativas y los egipcios los veían con largas y puntiagudas barbas y cabello espeso. Paro los comerciantes no fueron los únicos que se sintieron atraídos por Egipto. La tierra de Canaan estaba sujeta a estaciones muy secas y a lluvias muy irregulares, por lo que se ocasionaban frecuentes hambrunas. Así, los pastores y granjeros no tuvieron mas remedio que ir a Egipto a trabajar como peones en una tierra más hospitalaria, la cual era un regalo del Nilo, un río que es el alma de Egipto y su fuente de vida. Durante toda la antigüedad bíblica, Egipto actuó como un imán para aquellos que venían de tierras áridas, un refugio que era una fuente de fascinación, como todas las tierras donde hay abundancia. ¿Cómo pasamos de la historia de José al que todo le va bien en Egipto, a ese lugar donde en las primeras páginas del Libro del Éxodo narra como si de repente el pueblo de Israel está sometido y esclavizado?.

Esta transición tiene lugar en la historia de José, cuando envía a buscar a Jacob y toda su familia, y de hecho, fueron los israelitas los que se expandieron en número. El Libro del Éxodo arranca, con la llegada al poder del nuevo Faraón, el cual no conocía a José y nada sabía de lo que éste había conseguido, así que de repente las cosas cambian y se pasa a un estado de opresión, ya que por un lado los egipcios necesitaban retener a su mano de obra, pero a la vez les temían. Como se relata en el texto, intentaron toda clase de métodos para deshacerse de ellos, y cuanto más les oprimían más rendían y más se multiplicaban.

La Biblia cita los nombres de dos ciudades que parece ser las construyeron los israelitas: Pitón y Ramsés. Los documentos egipcios nos confirman que se construyó una ciudad llamada Pi-Ramsés en el delta del Nilo en el siglo XIII a.C., bajo el reinado de Ramsés II. Desde 1.920 en adelante, misiones arqueológicas empezaron a buscar los restos de esa ciudad, localizada al este del delta en Kantir. La Biblia cuenta la existencia de monumentos significativos e imperiales, sin embargo los resultados han desilusionado a los investigadores.

La ciudad de Ramsés parece haber existido pero poco se ha encontrado de ella, salvo los restos de unos pies monumentales en un huerto, que parecen corresponder a Ramsés II. Hoy en día, ese lugar ha vuelto a convertirse en tierras de cultivo, pero los arqueólogos han logrado encontrar la solución al enigma y es que la ciudad de Ramsés, fue abandonada justo después de su construcción cuando uno de los afluentes del Nilo se secó. Algunas décadas después, se llevaron todos sus monumentos y utilizaron las piedras en la construcción de una nueva capital: Tanis, situada a unas docenas de kilómetros.

Hasta ahora, nada parece contradecir que Ramsés II fuera ese magnífico Faraón constructor que leemos en la Biblia, el mismo al que Moisés suplicó en nombre de Dios y sus ancestros que dejara ir a su gente.

En la Biblia, la vida de Moisés tiene un halo mitológico, ya que se cuenta que su madre lo depositó metido en un cesto en el cauce del río Nilo, para salvarlo de ser asesinado por la nueva ordenanza del Faraón, que condenó a muerte a todos los israelitas recién nacidos. La propia hija o según otros textos, hermana del Faraón, sacó al niño de las aguas del río al verlo mientras se bañaba y adoptándolo como hijo, Moisés acabó educándose como un noble egipcio. Su vida cambió cuando vio como un soldado de la corte pegaba a un israelita, y él mató al agresor huyendo después al desierto.

Allí el Dios de Israel, le ordenó liberar a su pueblo y guiarlo hasta la tierra prometida. Tras vacilar un momento, ya que no se sentía capaz, aceptó la misión y volvió a la corte para imponer al Faraón la voluntad del Dios de Israel. Moisés desafió al Faraón lo que simbolizaba que el Dios de Israel era mas poderoso que todo lo que Egipto representaba. Cuando Moisés fue a ver al Faraón, éste le preguntó quien era ese Dios Yahvé, porque nunca antes había oído hablar de Él, por lo que lo tomó como un Dios menor, el Dios de un pueblo de esclavos que vinieron de Oriente, algo que no le acarrearía más consecuencias, pero poco a poco, se dio cuenta que Yahvé era más poderoso que todo el panteón egipcio, más a pesar de ello, el Faraón continuó negándose a dejarles ir, y como resultado Egipto se vio afectado por diez plagas que forzaron al Faraón a cambiar de idea y dejar marchar a los israelitas.

Según la historia bíblica, los hijos de Israel viajaron hacia Sucot, unos 600.000 hombres, sin contar mujeres y niños. Los israelitas abandonaron Egipto en medio de la noche y cruzaron el mar Rojo, persiguiéndolos después los soldados egipcios que fueron tragados por sus aguas. Moisés liberó a un pueblo esclavizado bajo el yugo de un poderoso Imperio y eso es lo que nos cuenta la Biblia. Pero ¿qué es lo que nos dicen los hechos históricos?. Según el texto, el hecho ocurrió unos 480 años antes de la construcción del Templo de Salomón, es decir, en el siglo XV a.C., pero la referencia en la Biblia a una ciudad llamada Pi-Ramsés, indujeron a los investigadores a situar el hecho en el siglo XIII a.C. como muy pronto, en un periodo en el que encontramos a los primeros faraones que llevaban el nombre de Ramsés. Un vestigio arqueológico de el museo de El Cairo, hace posible determinar la cronología del Éxodo, basada en hechos históricos.

Se descubrió en 1.896 en el templo funerario del hijo de Ramsés II, el Faraón Meneptá una estela que describe una campaña militar dirigida por Meneptá contra Canaan y proporciona una lista de ciudades y pueblos contra quienes lucharon y conquistaron. En la línea 27 de la parte inferior de la estela, se encuentra una palabra que equivale exactamente al término Israel, y que dice: “Israel ha sido destruido y su semilla ya no existe”. Encuentran el símbolo que corresponde a ciudad, representada por el jeroglífico del hombre y la mujer, el determinante con el plural, que por tanto es Israel. Es la única referencia que se conoce en toda la literatura egipcia ya sea religiosa o literaria. Solo una vez se menciona a Israel en los textos egipcios, mientras que la Biblia se refiere a Mistrain o Egipto más de 700 veces. Se conoce la fecha de esta estela el 1.207 a.C. y ya en ese momento, Israel está establecido en Canaan, así que el Éxodo no pudo haber ocurrido antes de esa fecha. Resumiendo, parece claro que había semitas en Egipto, que el Faraón Ramsés II era el padre de Meneptá y el siglo XIII parece ser un periodo de tiempo creíble.

Si dejamos a un lado los errores cronológicos de la Biblia, el Éxodo podría haber acontecido. Mas ¿cuál fue el itinerario que siguieron?. La Biblia nos dice que para escapar, tuvieron que escoger entre dos rutas, una al norte mas directa y otra hacia el sur que cruzada un desierto montañoso. ¿Cuál eligieron?. Para averiguarlo, el arqueólogo Neil A. Silberman va al encuentro de Donald Redford, un egiptólogo especializado en la Biblia, que trabajó en la excavación del delta de Menfes. En los lugares que la Biblia cuenta que tuvo lugar el Éxodo de los israelitas al marcharse de Egipto ¿había fortificaciones o alguna presencia militar que hubiera podido localizar a los israelitas en su huida?. Si, por todo el delta oriental, el Sinaí, en Neguef e incluso más al norte, había guarniciones egipcias destacadas permanentemente y comandancias, es decir, puestos de control de toda la policía paramilitar egipcia con patrullas a todo lo largo de la frontera.

Un bajorrelieve del templo de Karnak, atestigua de un sofisticado servicio de guarniciones, que aseguraba la logística de una ruta que seguía al norte del Sinaí. Para los egipcios, era una ruta estratégica que llegaba hasta Mesopotamia y Anatolia. Una multitud de esa envergadura que huía, no podía haberlo hecho sin ser vista y detenida por sus guarniciones, por lo que esto les obligó a tomar la ruta del sur, la más segura y que mejor concuerda con la ruta bíblica.

La Biblia cuenta como tras haber acampado en el desierto durante casi tres meses, los israelitas recibieron los diez Mandamientos en el monte Sinaí y entonces se dirigieron al noreste, hacia la tierra prometida: Canaan. En ese momento, las Escrituras cuentan que llegan al oasis de Cades-Vania, situado entre los desiertos del Sinaí y del Neguef. Es aquí donde pasaron muchos años tras negárseles la entrada a la tierra sagrada.

El oasis se excavó profundamente entre los años 1.950 y 1.970 y en el yacimiento, no se encontraron restos del siglo XIII, el periodo que se cree corresponde al Éxodo. Las técnicas arqueológicas modernas, nos permiten señalar incluso los restos más diminutos dejados por simples pastores. Aún así, no hay ni rastro de la larga estancia de los israelitas en esta zona. La ausencia de pruebas de su viaje por el desierto, tanto en este oasis como en cualquier otro lugar de la península del Sinaí, es el primero de los enigmas alrededor del Éxodo, porque ¿cómo se puede explicar que un grupo tan grandísimo de personas como el que se describe en el Éxodo pase por allí sin dejar huellas de su rastro?.

No se sabe como explicarlo. Los documentos arqueológicos de ese periodo, no recogen nada que lo sostenga y podría argumentarse, que las autoridades intentaron ocultarlo, pero aún así, se sabe tanto sobre ese periodo que no es posible que no haya nada que consolide esa teoría. Es más, la Biblia habla de 600.000 hombres armados que abandonaron Egipto en el Éxodo, con lo que en realidad, si añadimos mujeres, niños y ancianos estamos hablando de unos dos millones de personas. ¿Se puede uno imaginar dos millones de personas marchándose de un país del tamaño de Egipto que en esa época tenía una población de unos tres millones y medio de habitantes?. Eso habría causado un vacío enorme en el sistema social y económico que se habría visto reflejado en la documentación de la época, ya que habría provocado una crisis económica y social que habría trastornado sin remedio el día a día del Imperio. En los documentos, no se ha encontrado nada en absoluto, por tanto, no es imaginable el Éxodo tal como se describe en la Biblia en el siglo XIII. Así que hablamos de un hecho no demostrable históricamente.

(continuará)

 

 

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