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Peregrinaciones en Babilonia I. Historia (II)
Publicaciones Orden del Temple - Peregrinaciones. El Camino de Santiago
Escrito por María de Aquitania   
Sábado, 30 de Enero de 2010 00:00

 

Hace unos cinco mil años ya existía la ciudad de Babilonia, que era la capital de un pequeño Estado la cual rivalizada con otra gran ciudad llamada Ur, capital de un Estado más al sur. Ambas ciudades fueron unificadas sobre el año 2.000 a.C. por el rey Hammurabi, que ha sido considerado como uno de los más remotos legisladores de la humanidad y que nos legó el primer código escrito.

Babilonia se levantaba a unos cien kilómetros de la actual Bagdad, pero con el tiempo fue desapareciendo entre las arenas del desierto y sólo es conocida por los relatos bíblicos e historiadores griegos, hasta que las excavaciones arqueológicas del pasado siglo, fueron poniendo al descubierto sus canales, calles, palacios y templos, siendo el más famoso el que es identificado por su torre (Torre de Babel), adonde llegaban infinidad de peregrinos sobre todo en las fiestas de año nuevo.

Babilonia es la ciudad adonde los judíos fueron llevados en cautiverio cuando fueron vencidos por Nabucodonosor y en la que cuando fue conquistada por el rey persa Ciro, permitió a éstos regresar a su tierra en el 538 a.C. Con esta conquista, se terminó la historia de babilonia, tanto como pueblo como de nación y acabó por desaparecer pocos siglos después definitivamente. Para cruzar la ciudad era necesario atravesar en barca el Éufrates hasta que construyeron un puente. En el centro de cada parte de la ciudad había un gran edificio, en un lado el palacio imperial y en el otro el gran templo cuadrado de Marduk, con grandes puertas de bronce en cuyo patio había hasta cincuenta y cinco capillas laterales dedicadas a otros dioses. Lo más importante, era su grandísima torre de casi cien metros de altura y otro tanto de ancho, con siete u ocho plantas, con una gran rampa exterior.

En la última planta, había una capilla y dentro de ella una magnífica cama y a su lado una mesa de oro. Según Heterodoxo, nadie podía quedarse de noche a no ser una sola mujer, hija del país, a quien entre todas elige Dios por medio de los sacerdotes.

En el piso inferior, había otra capilla en la que se encontraba una gran estatua de oro, que representaba a Marduk sentado y junto a él una mesa y una silla también de oro. Fuera, otros dos altares de oro para hacer sacrificios de animales. En uno de ellos, se quemaban mil talentos de incienso en la fiesta anual.

Marduk, era el más antiguo de los dioses, que ya era venerado en la época de Hammurabi, como justiciero, ordenador de gobierno y el que guardaba los tesoros de la nación. Este respeto, era lo que necesitaba el peregrino para liberarse de la angustia y los problemas. Alrededor del templo, había tiendas y albergues para los peregrinos que no encontraban alojamiento en otros lugares. En las tiendas vendían cosas para uso personal y las ofrendas, que se entregaban al templo y los sacerdotes los revendían de nuevo a las tiendas, ya que las ofrendas superaban con creces las necesidades que éstos tenían.

Entre la gran variedad de cosas ofrendadas (joyas, telas, especias, animales, panes, cerveza y vino de palma), una de las más preciadas era la de toros negros sin un solo defecto en cuernos y pezuñas, al cual consideraban el mejor sacrificio para rituales sagrados, ya que su piel era excelente para hacer o reparar el tambor sagrado de bronce. Todos los rituales, eran realizados por sacerdotes Iniciados, dentro de un ambiente que se purificaba sin cesar con la quema de incienso.

(continuará)

 

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