XVIII. Guardaos de los falsos Profetas...., por sus frutos los conoceréis.

Toda clase de Iglesias dicen son las verdaderas, y confunden al buscador honesto. Pero Jesús da una prueba que se puede aplicar a cualquier parte y es: ¿Da frutos?. Esta respuesta es tan sencilla que todos la han pasado por alto. La Verdad siempre da frutos. La enseñanza falsa, venga de donde venga, por mucho prestigio que tenga, no cumplirá las exigencias y se interponen entre el buscador y la Verdad salvadora, siendo lobos rapaces. Si nos salimos del camino, los frutos malos nos avisarán.

El mundo concreto es como un indicador de cómo estamos por dentro. No hay nada como la comprensión espiritual que no sea demostrable en el plano material. Si queremos saber dónde estamos en el campo espiritual, examinemos las condiciones en que nos encontramos, comenzando por el propio cuerpo.

XIX. No todo el que dice ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino.

Todos queremos hacer Su voluntad algunas veces y en ciertas cosas, pero mientras no estemos listos para incorporarlo todo a nuestra vida, no obtendremos más que resultados parciales. He aquí un peligro muy sutil, que exige una vigilancia incesante. No debemos permitir que ninguna institución, organización, libro, hombre o mujer, se interpongan entre nosotros y la búsqueda de Dios.

Se puede sacar provecho de fuentes exteriores, pero no rindamos nunca a otro nuestro propio juicio espiritual. Demos gracias a los que nos han ayudado, pero estemos dispuestos a dar el paso que sigue, recordando que el principio de Vida, no puede someterse a la explotación ni de una persona ni de una organización. No debemos lealtad a ninguna cosa o persona, excepto al Cristo que mora en nuestro Lugar Secreto, y sólo siéndole fieles, podremos conservar nuestra integridad espiritual y entonces la voz de la Verdad, no podrá decir que no nos conoce.

(continuará)

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