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Reflexiones Espirituales
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Escrito por Sion de Bouillon
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En el número dos, que es el de la juventud y la acumulación, encontramos la frase siguiente: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”
Cristo dice en el uno: “De ellos es el Reino de los Cielos”, y en el dos: “Ellos recibirán la tierra por heredad”. Es muy claro: Al principio del Cuadrado de la Tierra, no habla del cielo sino de la Tierra.
Somos dos cuando nos damos cuenta de la inmensidad de la Obra Divina.
“Ser como el agua que toma la forma del recipiente que la contiene”, dijo Lao Tse. El agua es mansa, suave, flexible: Se adapta. Es por esta razón que, contrariamente a los que son turbulentos, duros, inamovibles, los “dos” tendrán la Tierra en heredad: La aceptarán tal como es y se adaptarán a sus necesidades. Impulsarán el planeta y lo harán vivir. Harán vivir la conciencia humana, comprenderán lo que es el misterio de la Creación y así, tendrán la Tierra por heredad.
Los duros no la tendrán sino momentáneamente, y la Tierra que heredarán no será la Tierra sino una prisión, porque el carcelero carece de libertad tanto como el prisionero.
Ser “dos” significa no estar fragmentado, no tener un lenguaje cuadrado, terminante y detenido. Es ser flexible interiormente, poseer un material interior que ha sido trabajado y que entra en comunicación consigo mismo. Una persona mansa lo es intelectual, emocional, instintiva y corporalmente: No se opone y no quiere a toda costa imponer su garra en el mundo. Tiene un cuerpo infinito: La Tierra en herencia con la cual forma una unidad.
Una persona mansa es alguien que escucha al otro. Si observamos las voces de nuestros interlocutores, veremos que una persona mansa nos escucha y se adapta a nuestra voz. Al contrario, con una persona dura nos rompemos la cabeza de desesperación porque nos vemos obligados a hablar a su ritmo.
Esa persona afecta nuestro sistema nervioso porque no hace ninguna conexión con nuestra voz. No nos escucha: Se escucha a sí misma. Con ella no hay diálogo. Sólo puede haberlo con un “dos”.
El que habla sin cesar tiene miedo de que el otro intervenga: Se halla en un discurso narcisista en el cual se escucha. No tiene ninguna necesidad de hacer silencios o pausas para que el otro responda. Cuando habla debemos girar a su alrededor. Es un egoísta sin consideración alguna para el otro.
Tener la tierra por heredad es tener lo real por herencia. Cuando somos duros, transformamos la realidad y, así, no la poseemos. No poseemos la Tierra: Hacemos una proyección sobre ella y la reducimos a lo que somos. Esto significa que si concebimos una imagen muy precisa y fija del mundo, eliminamos todo lo que no corresponde a nuestra imagen. Una persona de este tipo no puede recibir la Tierra en heredad: Carece por completo de adaptación.
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