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Sendero del Grial. Agosto 2009
Publicaciones Orden del Temple - Senderos
Escrito por María de Aquitania   
Lunes, 31 de Agosto de 2009 00:00

 

Hermanos y Hermanas nuestros:


Ya es tiempo de cada uno de vosotros consiga la madurez espiritual suficiente, para tomar en sus propias manos las riendas de su destino, sabiendo con toda seguridad quien sois y adonde vais.


La mayoría de las personas, no tienen la menor idea de lo que hacen o deben hacer en este planeta, y no intentan saberlo, porque han perdido o ahogado dentro de sí mismos, el impulso primordial del hombre hacia la vía de la Luz y la Verdad. Están completamente poseídos por el vértigo de las actividades humanas: La profesión, la familia, los hobbies, los placeres, el dinero, el consumo, cuando no los vicios.... . Una vida absurda que conduce inevitablemente también a una muerte absurda sin perspectiva en el más allá.


¡Interrogaos hermanos!, ¡ahora mismo!. No sigáis con una vida sin sentido e ignorante de vuestro destino, que está a punto de escapárseles si no hacen algo más importante para asegurarlo.


¿Qué es el hombre?, ¿adonde va?, ¿quién es?. Unos dicen que pertenece al reino animal, que constituye la cúpula de éste reino; que es el ser más evolucionado de la Creación. Y es cierto que el hombre tiene aspectos en común con los animales superiores, y tiene algo más que le distingue del animal.

La Biblia dice que Dios creó al hombre “a Su imagen y semejanza” y ciertas teologías, pretenden que el hombre es “un dios que se ignora” o un “dios caído”. Pero cuando consideramos al hombre del siglo XXI, debemos reconocer que se encuentra tristemente, más cerca del animal que de Dios. Es peligroso interpretar la Biblia en un sentido literal, pues el Génesis habla de la Creación en el principio, que no es el comienzo, pues aquí se refiere a términos absolutos. Dios crea el arquetipo humano, pero la manifestación o la realización de ese arquetipo, se produce a lo largo de toda la eternidad.


Este arquetipo no puede ser más que Trinitario, pues en efecto el hombre posee un cuerpo compuesto de una envoltura visible y otras invisibles o inmateriales. Posee también un alma que está compuesta de un doble psiquismo: Una parte dominada por los instintos animales y otra más afín a su espíritu, ya que el hombre tiene un espíritu humano que justamente es lo que le hace superior al animal. Este espíritu no es físico, no es el cerebro, aunque éste le sirva de principal instrumento. Tampoco es Divino pues es incapaz de resolver múltiples problemas, tanto los individuales como los de la sociedad humana y menos aún, de alcanzar la inmortalidad por sí solo.


Por consiguiente, el hombre está incompleto; todavía no es “semejante” a Dios, le hace falta tener el Espíritu Divino. Pero ahora, lo puede adquirir, pues Dios envió a la humanidad a Su propio Hijo, para que bautizara a los hombres en el Santo Espíritu, y con esta unción espiritual, hacerles Hijos de Dios. Pero.... “muchos son los llamados y pocos los elegidos”.... . . Dios no quiere imponer Su Espíritu a los que le rechazan. Quiere hijos que SE elijan libremente ELLOS MISMOS.


Dios es Amor sublime, pero este Amor no es imposición ni esclavitud. Dios ama a todos los hombres, pero no todos desgraciadamente, reciben Su Amor con el debido respeto, y pocos le corresponden, por ignorancia, falta de voluntad y de inteligencia profunda, por atraso evolutivo y por todas las trabas del espíritu del hombre.


“Ser elegido”, depende exclusivamente de la voluntad del hombre, pues Dios derrama permanentemente Sus Gracias sobre todos, aunque la mayoría se cierran para no recibirlas. El espíritu del hombre, está volcado hacia las ciencias humanas, las artes del mundo, el intelectualismo, la información desordenada (sobre todo en los supuestos buscadores de la espiritualidad, que van de un lugar a otro a extraer información, pero sin comprometerse a nada con Dios). En resumen, hacia las cosas concretas, materiales y perecederas.

Los más distinguidos espíritus humanos, ignoran totalmente al Espíritu de Dios en la gran mayoría, cuando no lo rechazan tajantemente, porque están orgullosos de su ciencia, de su saber, vanidosos de los bienes conseguidos: Dinero, fama, gloria mundana....


Para poder recibir el Espíritu Divino, hace falta mucha humildad, un gran desapego de los hechizos de la sociedad y mucha pureza de corazón, y el humilde discípulo que lo recibe, es mucho más inteligente, afortunado y feliz, que todos los grandes personajes y famosos del mundo. ¡No lo dudéis hermanos, y comprobarlo por vosotros mismos!.


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