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Los Santos de la Orden del Temple (III)
Publicaciones Orden del Temple - Temas sobre el Temple y el Medioevo

Camelot

 

Un Templario en la corte del rey Arturo


Tres tablas llevaron el Grial: Una redonda, una cuadrada y una rectangular. Las tres tienen la misma superficie y su número es dos y uno. Una cuarta la cubre y su número es seis. El Grial es ocho y es uno. Aquel que logre convertir la forma de la Tabla Redonda de Merlín en la Tabla Cuadrada de José de Arimatea por medio de la forma desconocida de la Tabla de la Sagrada Cena, habrá hallado la solución de un problema considerado irresoluble.

El Grial, encerraba en su translúcida esmeralda tres órdenes de revelaciones. La tercera, suprema, concernía a la ciudad celeste que representa en brillantes imágenes la revelación johanita. La Orden de los Templarios, quienes ante el símbolo del Baphomet, incomprensible a los profanos, juraban defender la Iglesia católica, apostólica y johanita. Así se explica la filiación que une la Caballería legendaria de la Tabla Redonda a la Caballería histórica de los Templarios. Seguros de actuar según los principios revelados por los depositarios de la única sabiduría, persiguen un grandioso objetivo: Construir la ciudad terrestre como reflejo de la celeste, organizando una sociedad a la que todas las clases de los tres mundos, cristiano, judío y musulmán, serán jerárquicamente ajustados en paz y prosperidad.


Una de las tradiciones místicas más poderosas y enigmáticas de la Edad Media, es la epopeya del Grial, que aparece bruscamente de forma escrita a finales del siglo XII. En ella hay dos corrientes distintas, una estrictamente Occidental, céltica, que luego será cristianizada por Chretién de Troyes, centrando el tema en torno a la copa de la última cena Crística, expresión de las escuelas de pensamiento relacionadas con la Orden de San Benito y la Orden de Citeaux. La otra corriente de filiación oriental, nace con el Parzival de Wolfram von Eschenbach, la cual, sin renegar del origen pagano de la leyenda, levemente teñida de cristianismo, centra su historia en la doctrina esotérica de la Orden del Temple. Por eso esta corriente griálica pereció, al disolverse aparentemente el Temple.


Chretien de Troyes, nació en 1.135 en dicha ciudad, capital del feudo de los condes de Champaña. Sus principales valedores fueron la condesa de Champaña, María y su esposo Enrique I el Liberal, en cuya corte pasó toda su vida, aunque también pasó algunos años en la corte de Leonor de Aquitania, madre de la condesa María, en Poitiers, donde se daban cita trovadores, poetas y artistas franceses, occitanos, anglonormandos y bretones, lo cual era un crisol donde se mezclaban culturas y tradiciones. Seguramente, esa fue la entrada de la leyenda céltica. Chretien, pues, nació durante la expansión de la Orden y en la cuna de ésta. Entre su obra y la Regla primitiva del Temple existen grandes semejanzas, por lo que algunos autores se inclinan por algún tipo de influencia Templaria y cuando escribió su cuento místico del Grial, él confiesa que no inventó la leyenda, sino que la elaboró utilizando un manuscrito latino que le había entregado su protector del norte Felipe de Alsacia, conde de Flandes. El continuador de la historia, Wolfram, lo denuncia por transgiversar la leyenda original de donde se había inspirado. Éste, oriundo de Baviera sobre el 1.170, estuvo al servicio de Herman de Turingia que en algún momento de su vida se adhirió al Temple como donado y escribió varias obras de caballería, siendo la más importante Parzival. Wolfram exaltó la poderosa casa de Anjou, con la que aparentemente no tenía ningún vínculo. No olvidemos, que Foulquen V de Anjou, rey de Jerusalén, estuvo afiliado al Temple lo mismo que otro rey de la rama Anjou-Plantagenet, Ricardo I Corazón de León.


Wolfram no inventó nada porque Parzival es traducido de otro autor Kyot el Provenzal, restituyendo la pureza del Grial, pero nadie sabe quien es ese Kyot y Wolfram lo trata como un maestro que le ha legado una valiosa enseñanza. Kyot implica a la Orden del Temple en la historia del Grial y pudo pertenecer a la Orden o a su entorno. Él encontró en Toledo entre unos manuscritos abandonados esta aventura en escritura arábiga, cuyo autor un musulmán llamado Flegetanis, famoso por sus conocimientos; era del linaje de Salomón, de una antigua familia israelita por parte de madre, pero musulmán por parte de padre. Este sabio, era astrólogo y descubrió un objeto que se llamaba Grial porque había leído su nombre en las estrellas, una legión de ángeles lo había mandado a la Tierra y desde entonces, habían de ocuparse de él hombres tan puros como los ángeles.


Kyot buscó donde había un pueblo lo bastante puro como para ser custodio del Grial, leyó las crónicas de Francia, Bretaña e Irlanda hasta que encontró lo que buscaba. Wolfram nos especifica que la morada del Grial, estaba en los confines del norte de España y que ese Templo estaba construido según los planos de Dios, irradiante de los santuarios de la Orden del Temple, consagrado al Espíritu Santo y guardado por Templarios. En la iglesia de San Miguel de Toledo, se gurda todavía una copa que reposa sobre un octógono formado por ocho losas negras triangulares, y es la pila bautismal de los Caballeros, cuyo borde muestra una inscripción esotérica con la cruz del Temple.

 

 

(continuará)

 

 

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