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Los Santos de la Orden del Temple (I)
Publicaciones Orden del Temple - Temas sobre el Temple y el Medioevo

¿De qué sirve saber si hubo o no santos entre los Caballeros Templarios?. De nada, si no se conoce la esencia esotérica de la Orden que estaba oculta entre sus Amazonas Blancas y Caballeros, nutriendo los pensamientos y actos de cada uno en sus diferentes responsabilidades.

No se ha presentado ningún testigo que permita demostrar que en la Orden del Temple se ejercía el ocultismo, que practicó el sincretismo religioso; que tenía una doctrina esotérica propia que practicó mediante rituales Iniciáticos y líneas de conducta distintas a las de otras órdenes clericales de su tiempo y entorno socio-cultural. Así que podemos presuntamente pensar que los Templarios fueron ocultistas, pero una organización de esas características además de esotérica, como lo era la sociedad de la que había surgido.

La Iglesia y órdenes monacales cultivaban en sus Templos y monasterios un esoterismo cristiano, especulativo-intelectual y que se manifestaba mediante un rico simbolismo, reflejado en los edificios religiosos, los cuales de alguna manera asimilaban ideas procedentes de culturas del próximo Oriente, así como del mundo Celta. Este simbolismo, apenas era comprendido por el pueblo que vivía un esoterismo ancestral, mezclado con ritos, fiestas y cultos. La Iglesia tomó prestados los elementos de los cuales carecía y le eran útiles, procedentes de las religiones a las que pretendían suplantar, dando a la gente sencilla la impresión de que no había cambiado el fondo religioso solo en sus manifestaciones aparentes. Los gremios de artesanos, fundamentalmente los constructores, utilizaban su propio esoterismo, basado en un simbolismo cosmológico vinculado con las antiguas religiones, el cual tuvo que asumir también rápidamente la Iglesia.

Incluso los trovadores tenían su esoterismo poético. Cuando cantaban a la dama ideal, estaban haciendo referencia a la Sabiduría Suprema, la dama Sophia, la misma que el monje Joaquin de Fiore identificaba con el Espíritu Santo y que para otros era una versión actualizada de la Gran Madre Tierra bajo la figura de Nuestra Señora, representada como Virgen Negra en muchos santuarios del Temple. Durante los siglos XII y XIII en el Languedoc francés, los condes de Toulouse hacen florecer una corte culta y refinada donde se congregan sabios y ocultistas árabes y judíos procedentes de los reinos españoles. En el Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II se rodeó de magos, alquimistas, constructores y sabios de Oriente y Occidente, dejándonos como un enigma sin resolver la fortaleza octogonal de Castel del Monte en Abulia (Italia), una estructura geométrica esotérica muy significativa.

En Castilla, Alfonso X el Sabio que también aspiraba al título de Emperador, rivalizará con el anterior en su ansia de Conocimiento, creando una corte donde ciencia y esoterismo son sinónimos. Ahí confluyen cabalistas, astrólogos y esoteristas de Europa, Asia y África y el propio rey escribiría innumerables tratados.

Entre 1.118 y 1.312, transcurren 194 años Templarios y su existencia fue paralela al crecimiento histórico, desarrollo y muerte de un periodo para Occidente, en el que las gentes aspiraban a ser los bienaventurados habitantes de la Jerusalén celeste, capital del Imperio de Dios. En 1.291 cuando cae en poder musulmán la última lanza cruzada de Palestina, el sueño medieval del Reino de Dios y su Jerusalén ideal, comienza a desvanecerse lenta pero inexorablemente. Pero el despertar fue brutal con una lucha fraticida, haciendo oídos sordos a las voces desesperadas de los últimos ocultistas lúcidos como Ramón Llull (1.235-1.345), apenas trece años después de la pérdida definitiva de Tierra Santa, la pugna entre el poder temporal y el espiritual, se cobró en 1.307 como víctimas a los Templarios que fueron exterminados casi en su totalidad.

Hemos de señalar, que el esoterismo Templario estaba basado en la creencia medieval de que ese ideal era posible. Su comportamiento traduce una connivencia con otras doctrinas heterodoxas que provienen de la convivencia que el Temple tuvo en Palestina y España sin renunciar a sus principios cristianos.

Estos Caballeros con su esoterismo concreto, trasciende las fronteras lógicas y filosóficas fundiéndose en una realidad metafísica interior. Exotéricamente, los Templarios fueron cristianos como el que más, partidarios de un Imperio y un Papado que unieran sus fuerzas temporales y espirituales, para el gran combate contra los infieles que había que integrar, para la tarea de instaurar el Reino de Dios en el mundo y que culminaría con la Sinarquía con sede en Jerusalén. Pero en el plano esotérico, los Templarios pertenecieron a la familia de Iniciados que no conocen los dogmatismos y fronteras espirituales, están dispuestos a tratar con otros y aprender de todos, porque el concepto de Dios está por encima de los dioses partidistas y nacionalistas. Se parecen a la descripción de la persona ideal, realizada por los Hermanos de la Sinceridad ismaelitas en sus epístolas, asumidas por los dos Grandes Maestres de los Ashishin. Hasan-i-Rasa´l, de los ismaelitas persas y Rashid al-Din Sinan de los ismaelitas sirios que dice: “El hombre ideal, sería persa de origen, árabe de religión, iraquí por cultura, hebreo por experiencia, cristiano por conducta, hindú por perspicacia, sufí por su estilo de vida, angélico por su moral y divino por sus ideas y conocimiento, destinado a la eternidad”.


(continuará)


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