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El Templo De Jerusalén
Publicaciones Orden del Temple - Historias Bíblicas
Escrito por María de Aquitania   
Jueves, 06 de Junio de 2013 00:00

En el primer libro de los Reyes (9,3-9), Dios dice a Salomón: "He escuchado la plegaria y la súplica que has dirigido delante de Mi. He santificado esta Casa que me has construido para poner en ella Mi Nombre para siempre; mis ojos y Mi corazón estarán en ella siempre. Ahora, si andas en Mi presencia como anduvo David, tu padre, con corazón perfecto y con rectitud, haciendo todo lo que te ordene y guardando mis decretos y mis sentencias, afirmaré para siempre el trono de tu realeza sobre Israel como prometí a David, tu padre cuando dije: Ninguno de los tuyos será arrancado de sobre el trono de Israel. Pero si vosotros y vuestros hijos después guardáis mis Mandamientos y los decretos que os he dado y os vais a servir a otros dioses, postrándoos ante ellos, Yo arrancaré a Israel de la superficie de la tierra que les he dado; arrojaré de Mi presencia esta Casa que Yo he consagrado a mi Nombre, e Israel quedará como proverbio y escarnio de todos los pueblos. Todos los que pasen ante esta Casa sublime, quedarán estupefactos, silbarán y dirán: ¿Por qué ha hecho así Yahvéh a esta tierra y a esta Casa?. Y se responderá: Porque abandonaron a Yahvéh, su Dios, que sacó a sus padres de la tierra de Egipto, y han seguido a otros dioses, se han postrado ante ellos y les han servido, por eso ha hecho venir Yahvéh todo este mal sobre ellos".


El Templo, había representado para los judíos, el único lugar destinado al culto legítimo y oficial de Dios desde la época de Salomón. Su destrucción por Nabucodonosor en el año 586 a.C., acongojó mortalmente a la nación judía. Su reconstrucción en el año 516 a.C., produjo en todos gran alegría y la destrucción definitiva llevada a cabo por los romanos en el año 70 d.C., señaló la dispersión del pueblo judío. Todas las tentativas por reconstruirlo, fracasaron inexorablemente con toda clase de dificultades.


Un ejemplo de estos intentos fallidos, lo tenemos en la tentativa de restauración llevado adelante por el emperador Juliano el Apóstata alrededor del año 363, del cual hay varios testimonios, principalmente dos cartas del mismo Juliano a los judíos. La primera, clasificada como número 25, recuerda haber escrito al patriarca Hillel II, y pide oraciones a Dios para su reino, y promete que si vuelve victorioso de la campaña contra los persas, reconstruirá la ciudad santa de Jerusalén. La segunda carta, habría sido escrita en el 363 en Antioquía, con alusiones a las destrucciones precedentes del Templo: "El Templo de los judíos fue destruido tres veces y actualmente no está levantado. Yo mismo tengo la intención, después de un cierto espacio de tiempo, de reconstruirlo en honor de Dios que está asociado a él".


Este intento fracasó estrepitosamente, con la presencia de signos prodigiosos, como repentinos fuegos que consumieron a los obreros, terremotos y tempestades. Testimonio de esto, lo tenemos no sólo de cristianos como los de San Efrem el Sirio, San Gregorio Nacianzeno, San Ambrosio de Milán, Agapito de Membidj, sino de paganos, como es un texto de Amiano Marcelino, historiador y administrador de Juliano, que vivía justamente en la corte imperial de Antioquía.


(continuará)


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