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Dos escuelas. La del bien y la del mal (II) |
Publicaciones Orden de Sion - Reflexiones Espirituales | |||
Escrito por Sion de Bouillon | |||
Jueves, 07 de Febrero de 2013 00:00 | |||
Sentimos el mal como una fuerza hostil. En realidad ésta no tiene ninguna hostilidad con respecto a nosotros; lo que ocurre es que todo lo que no nos conviene nos parece hostil. ¿Cómo no considerar hostiles a elementos que nos paralizan o nos envenenan?. Todo lo que no vibra en armonía con nosotros, todo lo que nos cierra el camino y ensombrece o estorba nuestra conciencia, se nos presenta como un enemigo, lo cual es normal. Pero si esta situación llegamos a transformarla, este elemento se convertirá en una fuerza para nosotros. Podemos remontarnos al principio de la civilización, y vemos como el fuego, el rayo, el agua y viento eran los enemigos del hombre, el cual luchaba contra ellos y moría en la pelea. El día que empezó a dominar todas estas fuerzas, comprendió que no eran sus enemigos sino sólo cuando no sabía controlarlas para su utilización. Entonces, ¿por qué no comprender que se puede hacer lo mismo con otras fuerzas en la vida?. En realidad el mal encarna fuerzas muy poderosas con las que no sabemos canalizarlas. Y, evidentemente, todo lo que no sabemos utilizar resulta nocivo para nosotros. La electricidad nos presenta uno de los mejores ejemplos de lo que el hombre puede hacer para canalizar lo que, en estado bruto, les destruiría instantáneamente. Actualmente se ha logrado dominar y sacarle un provecho.
Por tanto, estudiando las fuerzas que solemos considerar como malas nos damos cuenta de que no lo son, pues en la naturaleza el mal no existe.
Tendríamos que reflexionar sobre lo que hace la Tierra, a la que se le echa todo tipo de suciedades, todo tipo de deshechos y ella los recibe como una materia preciosa que transforma en plantas, flores y en frutos. Y el carbón ¿cómo se ha convertido en carbón?.....¿Y el petróleo?.......¿Y las piedras preciosas?.......Entonces, si la Tierra y ciertos Iniciados poseen esta sabiduría, si Dios también posee esta sabiduría puesto que Él no quiere destruir el mal, ¿por qué no intentar poseerla también nosotros?. Desde hace millares de años los humanos suplican: “Señor Dios, ¡aniquila el mal¡” Pero Dios se rasca la cabeza, sonríe y dice:”¡Pobres!. Cuando comprendan que el mal es necesario, dejarán de suplicar”. Pero, hasta entonces, ¡cuantas oraciones!. Se debe rezar, claro que sí, pero he aquí lo que se debe pedir: “Señor Dios, enséñame como has creado el mundo, cómo entiendes Tú las cosas......dame este entendimiento, esta sabiduría, esta inteligencia para que pueda, como Tú, estar por encima del mal, con el fin de que no me alcance, sino que sea capaz de servirme de él para realizar grandes cosas”. (continuará) Copyright. Orden de Sión+++
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