El Grial. Aventura Mística y Centro de Convergencia entre las Tradiciones Islámica, Hebrea y Cristiana

No es por casualidad, que en Toledo se haya dado hospitalidad a las Tres Culturas, y nadie se puede extrañar de que esta ciudad de convivencia por excelencia, fuera también un punto de referencia fundamental en el ciclo del Grial en el medioevo.

En efecto en Parzival, Wolfram von Eschenbach, cuenta que Kiot, el maestro bien conocido, encontró en Toledo, entre unos manuscritos abandonados, la materia de ésta aventura, consignada en escritura arábiga. Un árabe, Flegetanis, había adquirido gran fama por su saber; éste gran físico, era del linaje de Salomón, sus padres pertenecían a una familia de Israel desde tiempos muy antiguos. El fue quien escribió la aventura del Grial. Flegetanis, era hijo de un árabe, sabía predecir el ocaso de una estrella y el momento de su vuelta. Sabía cuanto tiempo necesitaba cada una de ellas para volver a su punto de partida, y que por el curso de los astros, vienen determinadas cosas a la Tierra. Existía, decía, un objeto que se llama Grial, y había leído su nombre en las estrellas. Así pues, uno de los libros más importantes del ciclo medieval del Grial, establece desde el principio la conexión tripartita hebrea, islámica y cristiana. Kiot, el maestro, sería un provenzal que utilizó unos escritos árabes de Toledo, para contar en lengua francesa las aventuras de Parzival en su Búsqueda del Grial. Éste, también considerado como “encantador”, ha sido comparado con Merlín, que era tenido por la máxima autoridad espiritual céltica.

Según Charbonneau-Lassay, en Europa hubo tres centros principales en los que fue particularmente intenso el culto del Grial: El centro de Irlanda e Inglaterra, Somerset y Glamorgan; el centro de la Francia occidental, Anjou, Poitou y Bretaña y el centro franco-español al norte y sur de los Pirineos orientales, que se corresponden con Cataluña y Aragón.

La singularidad del Parzival de von Eschenbach, reside por una parte en su aspecto árabe y oriental, y por la otra en la atribución a los Templarios de la custodia del Grial. Del primer aspecto, muchos detalles que revelan su origen árabe han sido recogidos por el francés Pierre Ponsoye, que cita como ejemplos más característicos “los vestidos de la Virgen del Grial y el manto de Repanse de Schoye”, todos ellos confeccionados con telas de nombres árabes; la prueba de calidad o virtud de las armas, los caballos, los metales también en árabe y todo ello cargado de significados simbólicos. Von Eschenbach se apoya constantemente en su procedencia árabe; los astrónomos más célebres son árabes; Cundiré, mensajera del Grial, conoce el árabe y dice estar al servicio de Secundille, reina de la India. Arturo no solo admite que “paganos” tomen asiento en la Tabla Redonda, sino que inclusive Feirefiz es aceptado en Munsalvaesche y en la intimidad del Grial sin que su condición de musulmán suponga problema alguno.

Este detalle merece ser resaltado: La caballería del Grial, está muy por encima de toda discriminación religiosa, lo que es también una característica del Temple, que admite miembros de todas las religiones de la Tierra, sin pedir que renuncien a ellas, pues la aventura del Grial se sitúa mas allá de los prejuicios religiosos.

Es así que Gahmuret, padre de Parzival y hermano menor del rey de Anjou, ofreció sus servicios a un Califa en Bagdad tan famoso, que era llamado el Baruk (el Bendito), el cual le tomó mucho afecto y que es presentado como representante de la mas alta autoridad islámica del momento. En el nombre de esta autoridad, combate victoriosamente en Marruecos, Persia, Siria y Arabia, para realizar su vocación espiritual y muere combatiendo para él.

Tiene dos hijos, uno, Feirefiz, caballero musulmán, que es negro, y otro Parzival, caballero cristiano y que antes de reconocerse mutuamente como hijos de un mismo padre, libran un tremendo combate. El mismo Feirefiz dice “como miembros de una tríada espiritual, mi Padre, tu y yo, no formamos sino un mismo ser en tres personas”. Se manifiesta aquí que el fruto del combate caballeresco del Grial es la unidad, y el simbolismo de la caballería exige que la victoria corresponda a aquel que se impone en verdad y en virtud.

Wolfram von Eschenbach, identifica la Orden del Grial con la del Temple, cuando Trevizent dice a Parcival “valerosos caballeros tienen una morada en Munsalvaesche, donde se custodia el Grial. Son los Templarios”. Von Eschenbach reconoce en el Temple a la Milicia Santa, la “Militia Dei”, título que le fue otorgado en el medioevo, y efectivamente el Temple, fue durante doscientos años la Mesnada particular de Dios en la Tierra. Surgió en 1.118 en la discreción y la pobreza, con nueve caballeros franceses apoyados por un joven monje, Bernardo de Claraval, cuya prestigiosa figura iluminará la aventura del Grial del medioevo. Estos embarcaron para Palestina, no para participar en combates, sino para una búsqueda Iniciática y unos trabajos metafísicos; se llamaban entonces los Pobres Soldados del Cristo, pero su alojamiento en el Templo de Salomón y el alto simbolismo de éste, hicieron que adoptaran el nombre de Templarios. Volvieron a Europa nueve años después, con argumentos metafísicos suficientes para que el Papa se viera obligado a convocar un Concilio, exclusivamente para abrirles todas las puertas de la cristiandad y colmarles de privilegios. A partir de ahí, el desarrollo del Temple fue extraordinario en la mayor parte de los países de Europa. Oficialmente, estaban bajo la autoridad del Papa, pero totalmente independientes de la jerarquía religiosa; la Orden era soberana y solo recibía sus instrucciones de un centro espiritual mas alto que el Vaticano. Así lo reconocieron con su filiación muchos grandes personajes: Papas, emperadores, reyes, nobles, etc., así como hombres de toda condición, que encontraron en ella una vía heroica de realización humana en la búsqueda de la inmortalidad.

El Temple representaba un Centro de Autoridad universal, y muchos investigadores estiman que su desaparición, que consumó la ruptura con éste Centro, ha sido el punto de origen del declive de Occidente.
La noción de Centro universal, es sin duda la mayor clave del Grial. El Templo de Salomón, que ya no existía materialmente, se había convertido para los Templarios en símbolo del Centro Supremo, como verosímilmente lo era y como todavía lo es para los judíos. Jerusalén era la imagen visible de la misteriosa Salem del rey de Justicia Melki-Sedeq, sacerdote de El Helion, el Todopoderoso, pues la Orden del prestigioso rey-sacerdote, no es otra que la Orden del Grial, que aparece en ciertas épocas claves de la historia de la humanidad y es también un nexo de unión con el Islam.

(continuará)

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