Si el alma humana ha de ser hija de Dios y feliz de manera sobrenatural, necesita que Dios le dé participación y comunicación de su naturaleza sobrenatural. Cuando tenga le excelsa y gloriosa perfección del Cielo, entonces será feliz de forma sobrenatural. El alma no es grata a Dios sólo por haber recibido el ser y la existencia de Él. Todos los seres han recibido de Dios el ser y la existencia que tienen, y esto ocurre porque Dios los ha amado y los ama.

Todos los seres y todas las criaturas son buenos en su ser y su existencia y son amados de Dios, que les ha vestido con las cualidades, perfecciones y belleza que provienen de Su Amor por ellas. Y es que Dios está por esencia, presencia y potencia en todos los seres que existen, desde el Querubín más alto hasta las bacterias más imperceptibles; desde el astro más inmenso hasta el átomo invisible, y a todos los gobierna, los conserva y dá cualidades y propiedades que cada uno en su especie tiene.

Dios ha dado al hombre un alma espiritual y por ella es superior a las criaturas, y en parte ya las domina en la Tierra y las conocerá y dominará después de la muerte física y reciba el cetro y la corona en el Cielo. Pero si Dios está por ese secretísimo modo en todos los seres, está con amor especial en aquellos que están en gracia, porque en ellos está con todo Su Amor de Padre y con Amor de premiados porque en ellos y ellas reina el bien.

La gracia sobrenatural, es obra o efecto que pone en el alma cuando en ella sólo tiene cabida el Amor de Dios, y ese Amor especial, levanta el alma a participar en la naturaleza y perfecciones sobrenaturales y superiores a su propia naturaleza, porque Dios les comunica y hace partícipes de Su Amor especial.

La gracia sobrenatural, dada por Dios, levanta al alma a una naturaleza superior a la suya, la transforma dándole semejanza a la naturaleza Divina y le hace partícipe de ella, siendo vestida como Hija de Dios, al igual que las entidades que viven cerca de Dios.