De nuevo, se trató de un Concilio oriental al que asistieron más de 500 obispos, pero de ellos, sólo siete que cinco eran legados pontificios y dos africanos, no pertenecían al Imperio oriental. En la segunda sesión, se leyó la confesión de fe nicena y una carta dogmática del Papa León I sobre las dos naturalezas de Cristo. En la sexta sesión, se aprobó una fórmula de fe firmada por todos los obispos: “Nosotros, enseñamos unánimemente un mismo y único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, completo en cuanto a la Divinidad y completo en cuanto a la humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, formado por un alma razonable y un cuerpo consustancial al Padre, según la Divinidad y consustancial a nosotros según la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado”.

Cristo coronado de espinas. Fray Angélico (Museo Fattori. Livorno)

La obra expresa la Divinidad y la humanidad de Jesús

Juzgado y solucionado el tema dogmático, los obispos adoptaron sin debate aparente, 28 cánones disciplinares, que trataban sobre las ordenaciones simoniacas y la gestión de los asuntos temporales por parte de los clérigos; la prohibición de la actividad de los monjes fuera de los monasterios sin aprobación de los obispos; las intromisiones de los clérigos en asuntos de otras diócesis; el matrimonio de las vírgenes consagradas y de los monjes; que las diaconisas no podían ser ordenadas antes de cumplir los cuarenta años y la participación de clérigos en sociedades secretas. El último canon, provocó una animada oposición, ya que trataba de los privilegios de la muy santa Iglesia de Constantinopla, la nueva Roma, y los Padres acordaron con razón sus privilegios a la sede de la antigua Roma porque era la ciudad Imperial, y por el mismo motivo, reconocieron los mismos privilegios a la muy santa sede de la nueva Roma, juzgando que esta ciudad, honrada con la presencia del emperador y el Senado, era tan grande como ella en los asuntos eclesiásticos, siendo la segunda después de ella. El objetivo de esta declaración, era el de conceder a Constantinopla una autoridad en Oriente, semejante a la que tenía Roma en Occidente.

Restos de iglesia paleocristiana de San Simeón. (Qalat Siman. Siria)

La iglesia está dedicada a Simeón el estilita, que pasó su vida en lo alto de una columna cuya base aún puede verse.

Los legados papales que no habían asistido a la proclamación de este canon, pronunciaron en nombre del Papa una solemne protesta, afirmando que el voto de la víspera no había sido libre y que los obispos no habían firmado y que este canon era contrario a los cánones 6 y 7 de Nicea. Es decir, aunque en el terreno de la fe el acuerdo entre Oriente y Occidente parecía completo, los orientales no hicieron caso de las protestas ocasionadas por éste canon, porque hay que recordar que tanto el patriarcado de Antioquía como el de Alejandría, se sintieron ultrajados y disminuidos en su dignidad por el ascenso político de Constantinopla a costa suya, por lo que permanecieron vivas las tensiones existentes por la titubeante política imperial, por las rivalidades entre los patriarcas y de los nacionalismos de Egipto, Siria y Armenia, además el entusiasmo, a menudo inculto, de los monjes.

Basílica armenia de Aparán. Siglo V.

En el documento central de este Concilio “Definición de Fe”, se repiten las decisiones del de Nicea I, del Constantinopolitano I y del Concilio de Éfeso, sin que se haga mención de otros Concilios, y se refiere a sí mismo como sacro y gran Concilio ecuménico. Este canon, fue confirmado por los tres Concilios sucesivos: El Constantinopolitano II y III y el de Nicea II. De estos cuatro primeros Concilios, se deduce una conclusión interesante y es que el cristianismo Occidental, ha sido tan dogmático como el Oriental, pero no se ha visto enredado en tantas sutilezas y elucubraciones teológicas y filosóficas como han caracterizado desde hace siglos los del cristianismo Oriental. Por esta razón, aunque el pontificado se encontró a menudo, bien a su pesar, enredado en trampas teológicas, el pueblo cristiano u Occidental, no se encontró involucrado en las querellas de sus primos orientales.

(continuará)

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