Templo Oración

En el Templo de Oración, Luz, Paz y Energía, los hermanos de la Orden del Temple oran para ayudar a todo aquel que lo solicite ante cualquier situación personal y/o colectiva.

Donaciones

Como Organización sin ánimo de lucro y de base religiosa, aceptamos donaciones que puedan hacer que nuestra labor continúe diariamente al servicio del Cristo.
(En muchos países este tipo de donaciones tienen deducciones fiscales).

Información Usuario

IP Address
44.220.182.198
United States United States
Explorador
Unknown Unknown
Sistema Operativo
Unknown Unknown

Su Hora

Música

module by Inspiration
Bestiario Medieval (II)
Publicaciones Orden del Temple - Bestiario Medieval
Escrito por María de Aquitania   
Jueves, 18 de Junio de 2009 00:00

El Elefante (II)


El elefante y su hembra, representan a Adán y Eva. Cuando éstos eran agradables a Dios antes de su desobediencia, nada sabían de la cópula y no conocían el pecado. Mas cuando Eva come del Árbol de la Ciencia (que es lo que la Mandrágora significa) y dio a Adán uno de sus frutos, quedaron convertidos de inmediato en unos seres primitivos y tuvieron que salir del Paraíso. Como Adán no había conocido a su mujer (en el sentido sexual) mientras estuvieron en el Paraíso, ya fuera, dicen las Escrituras: “Adán conoció a su mujer que concibió y dio a luz a Caín, sobre las aguas de la tribulación”.

Apropósito de éstas aguas, exclama el salmista: “¡Sálvame, Oh Dios, pues las aguas han penetrado hasta mi alma”. Y de inmediato, el dragón los corrompió y los hizo extraños al refugio Divino, es decir, no ser del agrado de Dios.


Cuando llega el elefante grande, es decir, la Ley de Moisés y no consigue levantar al caído, sucede lo mismo que cuando el fariseo fracasa con el hombre que había caído entre ladrones. Tampoco pudieron levantarlo los doce elefantes, es decir, los Profetas, del mismo modo que el levita no pudo hacerlo con el hombre mencionado. Eso significa, que Jesús el Cristo, aunque era el más grande, se convirtió en el más pequeño de todos los elefantes, humillándose y mostrando obediencia hasta el momento de Su muerte en la cruz, con el fin de levantar a los hombres.


El elefante pequeño simboliza también al samaritano que colocó al hombre en su yegua. Él mismo, herido, carga con nuestras dolencias y nos alivia de su peso. Este samaritano celestial, se interpreta como el Defensor sobre el que escribe David: “El Señor defendiendo a los humildes”, y también, con referencia al elefante pequeño: “Cuando el Señor está presente, ningún demonio puede acercarse”.


Es un hecho, que los elefantes destrozan todo aquello en torno a lo que enroscan con sus trompas y pulverizan todo lo que se pone bajo sus poderosas patas. Los machos nunca discuten en relación a sus hembras, porque no conocen el adulterio; tienen un carácter bondadoso y si se encuentran a un hombre perdido en el desierto, suelen guiarlo hasta senderos conocidos. Si están en grandes rebaños, van abriéndose camino utilizando sus trompas con cuidado, para evitar el daño que puedan hacer a otro animal con sus colmillos, más si por algún evento se ven envueltos en combates, se preocupan grandemente por sus compañeros heridos, llevando a éstos y a los agotados por la batalla, a que se recuperen en el centro del rebaño.


El elefante es el mayor animal conocido, sus dientes son de marfil y con su trompa, toma el alimento que lleva hasta su boca. A pesar de su tamaño y de tener su fiereza, cuando son capturados se muestran muy mansos. Se le puede montar para viajar, y también han colocado sobre ellos por su gran tamaño, catapultas y torres de madera para utilizarlos en las batallas y poder acceder así a las altas murallas. Tiene una gran inteligencia, pues siguen la disciplina del Sol y la Luna, igual que los hombres, y suelen ir juntos siendo el guía el mas anciano de todos ellos. Cuando entran en combate, solo utilizan uno de sus colmillos resguardando el otro por si el primero se quiebra, no quedar sin defensa; solo usan los dos cuando se ven a punto de que los venzan.


La hembra antes de los trece años y el macho hasta los quince, son absolutamente castos, y llegado el momento, como hemos dicho, ninguno disputa por las hembras porque cada uno tiene la suya, a la que permanece unido todos los días de su vida, de tal manera, que si muere alguno de la pareja, jamás volverá a unirse a otro para sustituirle.


Otra propiedad del elefante, es que en toda su vida no tienen más que un hijo, durando el embarazo dos años. Cuando llega el momento del parto, la hembra se introduce en aguas profundas porque si la cría cayera en tierra, no podría recogerla y el elefantito levantarse. Del mismo modo los hombres, deben hacer sus hijos, es decir, sus buenas obras, en el agua, en un lugar en que no se pierdan, pues todo lo que no se hace con Dios, se pierde, y está escrito: “Si el Señor no custodia la ciudad, vigilan en vano los que la custodian”.

La guerra a muerte entre el Elefante y el Dragón


Los dos animales más opuestos y que más rivalizan entre sí, son el elefante y el dragón, que se odian extraordinariamente el uno al otro, más que ninguna otra bestia en el mundo y mantienen una guerra perpetua. El dragón desea la muerte del elefante porque la sangre de éste, que es fría, apaga el enorme calor y ardor del veneno del dragón cuando la bebe. Así el dragón, se coloca al acecho por donde pasa el elefante y enrosca su cola a la pata del mismo para hacerlo caer en tierra, y matarlo a continuación.


Estos grandes dragones nacen en las Indias y en Etiopía entre los grandes ardores del Sol. Cuando el dragón ataca al elefante, éste lo pisa si puede, aplastándolo con su gran peso.


Igualmente, cuando el elefante ve al dragón subido a un árbol y acechando su paso por el lugar, se va derecho al árbol para matar al dragón, que salta sobre el lomo del elefante, le muerde, le saca los ojos, volviéndose a las heridas causadas para chuparle la sangre hasta que lo debilita tanto que se cae en tierra, lo cual implica un riesgo para el dragón, porque si no anda ágil, lo aplasta con su peso haciendo así morir a su asesino.


La propiedad del Elefante y su naturaleza


Cuando se quiere capturar elefantes en el desierto sin matarlos, para poder domesticarlos y que sirvan de ayuda en cualquier trabajo, se cavan grandes fosas en los caminos por donde se sabe que van a pasar, se tapan, y caen dentro. Uno de los cazadores golpea al animal y luego otro de los hombres, golpea delante del animal al que le maltrató, haciendo como que le defiende, y luego le da cebada para comer. Cuando lo ha hecho así varias veces, el elefante toma afecto a ese hombre y ya se deja domesticar por él.


También se le domestica cuando se le dan de comer unos gusanos llamados camaleones.

Cuando el elefante lucha con el Unicornio, le presenta la espalda y no el vientre. Ya hemos dicho que por naturaleza, el elefante es un animal bondadoso, pero también pueden ser muy feroces si se les hostiga en exceso.


Por último diremos, que Aristóteles en su octavo libro de las bestias, dice que no hay animal en la tierra más longevo que el elefante, ya que vive unos trescientos años. Cuando nace tiene el tamaño de un ternero de dos años, siendo el macho mayor que la hembra.

 


Copy Right. Todos los derechos reservados. Orden del Temple 2009.

 
USER MENU