Autor: M. C.R.+

La orden del Temple vive en el siglo XXI. Es un fenómeno de masas según los sociólogos, millones de libros vendidos cada año, cientos de documentales y constantes apariciones en los medios de comunicación.

Muchos Templarios modernos conciben el Templarismo como una contínua letanía de folcklore medieval, una constante exposición de símbolos que se convierten en una estética pero que se olvidan de una ética. La Fiesta Medieval, la autoafirmación del Bajo Astral en el choque estético de espadas de juegos de rol, letras de canciones, la hoguera de las vanidades.

Sin embargo, la Orden del Temple sigue siendo cosa de unos pocos, muy pocos si tenemos en cuenta los millones de seguidores de su estética. Los pocos cientos de Caballeros y Amazonas que silenciosamente militan en nuestras filas en los cinco continentes no son ni el diez por ciento de los clientes que “consumen” Temple.

¿Y porqué no pasar de la estética a la ética? ¿Porqué no plantearte convertirte en eso que admiras y que puebla tus paredes juveniles?¿Porqué no domas tu caballo y te atreves a cabalgar de nuevo? Posiblemente antes ya lo hiciste y por eso te inundas de mantos blancos la imaginación….

Deja de cantar a los Iniciados que se trataban con dureza para custodiar las maravillas de Dios y comienza por ti mismo. Ponte en pie, verticalízate, deja de oir los quejidos lastimeros de tu cómodo cuaternario y mira a los Cielos, exige tu espada al Karma y merécela.

Aquí te esperamos los hermanos de la Milicia. Los Caballeros Templarios que dices admirar no se prestaban a la vanidad de ser mirados. Si no pasas de la estética a la ética no comprenderás nunca que la fuerza de los Símbolos proviene del compromiso, que a los Templarios se les nombra porque se quitaron el nombre, se les ve porque se ocultaron, se les admira porque se humillaron, vencieron porque asumieron su derrota.

No puedo contarte más, de momento.