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Camino del Humilde Templario
Publicaciones Orden de Sion - Reflexiones Espirituales
Escrito por María de Aquitania   
Jueves, 02 de Junio de 2011 00:00

Autor: Monseñor C.M.

Definir Camino, puede ser algo complicado. Ya que solo tendríamos que ceñirnos a alguna de tantas definiciones que podríamos encontrar, como:

  • Vía de tierra por donde se transita habitualmente.

  • Jornada, Viaje, Recorrido, Ruta. También son posibles  usos de Camino.

  • Dirección que ha de seguirse para llegar a un lugar.

  • Medio para hacer o conseguir alguna cosa. (El camino de la gloria.)

  • Por otro lado hay que tener en cuenta que nos estamos refiriendo a un Verbo que implica la acción de caminar.

Creo que estaríamos de acuerdo con que el camino también lo hacemos al andar, que con su uso lo vamos puliendo para que con el paso del tiempo se  pueda visualizar. Con esto quiero decir que en ocasiones me puedo encontrar en una situación en la que yo no vea ni el camino, ni sendero, ni ruta, todo está por hacer, lo único es tener claro el destino y empezar a andar si alguien sigue mis huellas ya habré hecho el principio de un camino. Desde ese momento hay que intentar que para ese destino la nueva vía que he abierto sea lo más transitada posible.

Si a todo esto le quiero encontrar, lo que para mí es el camino, tengo que situar mi acción. Para poderle dar el sentido, quiero decir que yo creo que el camino mío, no fue algo que inicie yo solo. Sin ninguna duda,  sé que en casi todos los caminos que he tomado he tenido una iniciación. Quiero decir: No sé, hasta que punto y cuando uno empieza a andar por sí solo. Yo se que en este camino fui iniciado por mis padres.

Quizás habría que destacar, lo de mis padres, verdad. Porque creo que todos empezamos a andar de la mano que nos tiende el Padre.

Ahora cuando me encierro en mí mismo y me pregunto, ¿qué es lo que tengo que hacer?, está claro que lo que necesito es saber que camino he de tomar. Bueno quizás lo más importante del verbo, no es en sí la dirección, reglas, sino quizás el final o finalidad de esa peregrinación en cuál es la salida idónea sin dejar de lado, el respeto de llegar con la finalidad principal. Yo tengo claro cuál es el final de mi camino:  Cristo. Sin ningún lugar a dudas. Creo que es mi reto.

Lo que yo me cuestiono, es cuando empecé este camino. Claro, de forma consciente. Ya que de forma inconsciente, fui llevado de la mano de mis padres. Creo que esto es algo que no se da al azar ya que viene de muy largo tiempo el respeto y vivencia cristiana en mi familia. Creo que es lo que yo llamaría mi primera etapa en la iniciación Cristica.

Esta se da de forma no consciente pero es la que hizo un germen que luego creció. No sé muy bien aun como, pero en mi recuerdo está la imagen de mi medre que venía a diario todas las noches y nos ayudaba rezar primero las Oraciones: El Padre Nuestro, El Ave María, El Credo, la Salve, no sé, todas. Mi madre y nosotros nos poníamos de rodillas al costado de la cama y rezábamos. Al terminar las Oraciones nos metíamos en la cama y entonces mi madre, empezaba a contarnos en plan de cuento quien era el niño Jesús y que hizo, como creció y como se sacrifico por nosotros, era en forma de relato, muy ameno, lo que cuando llegaba el momento de ir a misa, casi lo estábamos deseando.

Bueno no todo era tan sencillo ya que recuerdo cuando nos obligaba  vestirnos muy bien ya que íbamos a la casa de Dios, pero eso no me convencía. No sé por qué. Yo he tenido siempre la impresión de que a Jesús le daba igual mis ropas, que lo importante era, que nos viésemos.

Creo que ya de pequeño empezamos a tomar decisiones y recuerdo que poco a poco fui cambiando lo de las mejores ropas por lo de ponerme las que yo creía como niño, que también Jesús querría llevar.

Mi formación sigue de manos de mis padres con lo que llego a crear como unas rutas en mi vida. Rutas o Camino. Hablo con Dios todos los días y lo llevo a situaciones extremas: Recuerdo que yo tenía nueve años y ya en el colegio defendía la  existencia de Dios, ya que todos los niños no creían. Recuerdo que nos juntábamos al extremo de que nuestra pandilla, nos sentábamos juntos en misa y nos uníamos para defendernos de los niños que creían en Jesús de los otros niños que se reían de nosotros y en ocasiones, hasta nos pegaban los niños mayores.

Recuerdo otro momento de rebeldía. Y llamo rebeldía ya que mi hermano y yo, nos enfrentamos a nuestros padres ya que cuando había

Terminado la formación de nuestra Catequesis, nos informaron de que mis padres querían que la tomásemos, como frailes Jesuitas con hábito blanco con el Sagrado Corazón de Jesús en el pecho.

Recuerdo que esto fue una promesa de mis padres. Pero con nuestro planteamiento, de jóvenes, muy jóvenes se llego a un acuerdo. También quiero recordar, que un Párroco nos ayudo.

Nuestro planteamiento fue que los que hacen una promesa con Dios, esa promesa no debería comprometer a otras personas, que el compromiso de una promesa compromete al que promete y no a sus hijos, recuerdo que mi madre lloro ya que decía que Dios se enfadaría con ella y nosotros le decíamos que eso no podía ser.

Al final después de una confesión de mi madre recuerdo que hablaba con el sacerdote entre lágrimas, explicándole la promesa supongo. Y risas al final ya que el sacerdote tuvo la inspiración digo yo, y le comento a mi madre que Dios entendería  y que llegase a un acuerdo con nosotros. Mi madre nos pidió que hiciéramos algo de esa promesa y así lo pensamos y lo hicimos, le pedimos un traje de militar como suelen ir muchos niños en la actualidad, en mi época habían mucho de monjes.

Recuerdo que le dijimos que nosotros  nos peleábamos por Dios en el colegio. Y que nos gustaría un traje de militar y el acuerdo al que llegamos de su promesa fue, que llevaríamos como escudo de armas el Sagrado Corazón de Jesús.

Creo, que  cuando uno mira hacia atrás, que las pequeñas decisiones que hemos tomado a lo largo del camino, nos han ido marcando el sendero en el que nos movemos. Por lo que es importante en todas esas decisiones saber que uno no llega a ese sendero porque sí, sino que es el fruto recogido, lo que nos lleva a la siguiente solución.

Fue más adelante cuando en mi formación como persona, en 1º de B.U.P. ya no soy un chiquillo sigo defendiendo mi sendero como forma y parte de mi vida, claro ya me es más fácil, porque me muevo en un entorno de gente que hemos madurado con Cristo.

Ahora bien me encuentro con un desarrollo como adolescente y sigo hablando con Dios para mis pequeñas dudas de entonces. Que mis pensamientos y las chicas son un nuevo reto en ese sendero.

Tengo la suerte de encontrarme en el camino con un profesor de religión, que era sacerdote obrero.  Fue un gran guía. La formación religiosa y humana fue el determinante para decidir un nuevo giro en mi camino que fue el de tomar parte activa, no era suficiente la Oración.

La siguiente determinación fue la de trabajar para los niños como formador en aquello que mi madre me había iniciado. Contar cuentos de Dios a niños que sus padres no se los contaban. Ahora me doy cuenta de que 10 años en una sociedad puede hacer cambiar de rumbo muchísimo los caminos de la sociedad. No había padillas de niños que defendieran a Dios. Por lo que me introduje en una parroquia y empezamos un movimiento para que los jóvenes vieran que Dios estaba y está entre nosotros.

Seguí este camino ya consciente de lo que hago y mi compromiso es más responsabilidad. Conmigo haciendo cambios de la visión que hasta la fecha tenia de hermano.

Recuerdo que me empiezo a preocupar del significado amplio de la palabra “Hermano”. Esto me lleva a buscar otras formas o vías de desarrollo para sentirme identificado con los que creo que son mis hermanos. He empezado y rápidamente no recuerdo pero creo que fue en un campamento donde me hablaron de Teyze. Un movimiento de jóvenes cristianos que se reúnen para orar por la Paz. No sé cómo pero todo me lo he encontrado en el Camino. Y una cosa me ha llevado a la otra y me he visto rodeado de más de 10.000 jóvenes sentados a las puertas del Döm, Catedral de Colonia, susurrando a Dios.

Cuando miles de personas susurran o hablan con Dios, parece que el suelo se despega de tus pies. Es algo comparable, a lo más emocionante que me pueda imaginar, aun mas, es Poder.

Y quizás lo más bonito es que en esa unión de hermandad no nos separan los idiomas, parece que todos entendamos, ¿será el Camino?

Cuando ha pasado el tiempo en el cual casi no me he dado cuenta que estoy caminando. Me despierto y me doy cuenta que he de tirar por otro lado. Hay que estar alerta a las señales que se nos aparecen en el camino. Al mirar nuevamente atrás, veo que ese camino recorrido esta siendo recorrido por mas hermanos que siguen el sendero, me doy cuenta que cada vez más, la responsabilidad es mayor para con tus hermanos en el camino.

Dios, ayúdame en las cuestas, ilumíname en la oscuridad y me comprometo a ser el faro, en el camino. Para aquel hermano que busca el encuentro con el Padre, no se equivoque en tan largo sendero.

Non Nobis.

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