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Donde buscar a Dios
Publicaciones Orden de Sion - Reflexiones Espirituales
Escrito por María de Aquitania   
Lunes, 21 de Marzo de 2011 00:00

Autor: M.C.R.

El Temple sabe dónde está Dios, dónde hay que buscarle, y lo sabe simplemente porque hace lo que el Cristo dice, parece sencillo, pero las Palabras del Cristo son una bendición para el Yo Superior y una mala noticia para el Yo Inferior.

Nietzsche nos dijo que Dios había muerto, que Su lugar estaba vacío, y es cierto. Con Cristo murió un concepto de Dios mucho antes de que Nietzsche lo anunciara, aunque los cristianos no le hicimos caso. Ese escándalo lo provocó Jesús con Su mensaje mucho antes que Nietzsche, aunque el hombre  cerró los oídos al mensaje de Cristo.

No me extraña...

Efectivamente, ya no hay nadie ni nada en el lugar plenipotenciario, en el Trono castigador y juzgador de los culpables, los cielos se encuentran vacíos de poder, Dios no está en los lugares de poder, ahí ya no hay nadie...¿Tenía razón Nietzsche?.

Sólo en parte. No culpo a Nietzsche de no encontrar a Dios, el lugar donde está es inimaginable sin conocer al Cristo, de hecho ni siquiera es un lugar a priori muy agradable...

Para encontrar a Dios hay que bajar, empequeñecerse uno mismo, a bajarse ante lo ínfimo, agacharse al máximo. Dios está a la altura de los pies del hombre. Lo hallamos a nuestros pies, lavándolos. Él decidió ocupar ese lugar tras la Ultima Cena.

Sí, ya sé que quisiéramos postrarnos ante Él, pero no podemos, Él mismo nos lo ha impedido. La única forma de encontrar a Dios es bajando a la altura de los pies del hombre,  de la humanidad y no podremos arrebatar a Dios el último lugar, el lugar del más humilde, porque  Dios mismo lo ha ocupado voluntariamente, como dice Carlos de Foucauld: "Jesús ocupó el último lugar y nadie podrá arrebatárselo".

Dios mismo nos ha impedido postrarnos ante Él, eso ya no le interesa, a cambio, tenemos que estar dispuestos a agacharnos hasta el suelo, a ponernos a los pies de los hombres. Para alcanzar lo más alto, tenemos que bajar a lo más profundo, para llegar a Cristo hay que servir a los humildes, esta genialidad sólo pudo venir de Dios, cuando se encontraba en las cumbres, teníamos excusa, habiendo ocupado voluntariamente el sitio más bajo, ¿que excusa tenemos ahora para no encontrarle?.

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